Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III

88 La Guerra de la Reconquista (9 de agosto de 1809). Mediante este último se acordó «Que todos los buques que tengan pabellón de la Gran Bretaña, navegando conforme a las leyes, serán libremente admitidos en todos los puertos que están bajo el Gobierno español de la isla, a donde pagarán los mismos derechos e impuestos como los buques españoles, gozando los privilegios, libertades y derechos en la na- vegación y comercio igualmente como los últimos». 153 Los ingleses intervinieron en la mayoría de los procesos independentis- tas americanos y en ellos repitieron la fórmula aplicada en Santo Domingo, con grandes ventajas comerciales. Este acuerdo hizo de Inglaterra una fuerza determinante en la economía de la isla y en la futura República Dominicana. 154 El gobernador de Puerto Rico no tardó en manifestar su descontento por la forma y los términos del convenio: «Lamento que los ingleses, sin haber con- tribuido tan esencialmente como las tropas españolas que han derramado su sangre, que han sufrido pérdidas, y gastos la Nación, no haya sido esta la que haya hecho la Capitulación, pues era a quien correspondía y no a aquella, que solamente ha sido auxiliar». 155 Diez días antes de la entrada de Juan Sánchez Ramírez a Santo Domingo, este expresó su insatisfacción por la falta de soldados, tanto por la deserción de algunos como por la negativa de otros de venir «a tomar las armas contra el enemigo en defensa de la Patria». Expresó su preocupación con relación a la toma de la plaza: OD PLVPD GHEtD YHULÀFDUVH PX\ SURQWR \ \R PH YHUp DYHUJRQ]DGR de no tener caballería con que entrar en ella, solo un puñado de dra- gones mal montados en unos fustes peor ataviados, que es lo que queda en los Cantones, y ese defecto podía muy bien suplirse si todos los habitantes, cualesquiera que sean, que tenga un caballo, su silla y una muda de ropa tal cual decente que ponerse vinieran inmediata- mente, como buenos patriotas, a hacer lucir de algún modo nuestras tropas, o por lo menos, a que no tenga que criticar tanto las de fuera, siendo los extranjeros en número tan regular y tan rumboso. 156 Durante buena parte del cerco, Sánchez Ramírez mostró estar intranquilo por el estado de las tropas y los pertrechos militares, pero también a causa de la falta de formalidad de su improvisado ejército. Por lo menos tres comu- nicaciones, en marzo, abril y mayo de 1809, dirigidas a Juan Antonio Aybar en Puerto Rico, atestiguan sus afanes. En ellas le pide gestionar, entre otras cosas, «ropa para el vestuario de las tropas». 157 Sus preocupaciones tenían fundamento, pues los franceses despreciaban las tropas criollas y hablaban

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