Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
78 La Guerra de la Reconquista Ferrand fue catalogado como un «débil estratégico» pero también como XQD ÀJXUD SDWHUQDO SDUD ORV HVSDxROHV D TXLHQHV ©KDEtD FROPDGR GH EHQHÀ - cios, y aún más, que les había dado una segunda vida». 104 El general de briga- da Joseph-David du Barquier fue el sucesor de Ferrand. Dos días después de Palo Hincado emitió un decreto en el que declaraba el estado de sitio y refería la muerte de su antecesor en los siguientes términos: «El general en jefe ha PXHUWR SHUHFLy YtFWLPD GH VX FLHJD FRQÀDQ]Dª 105 /D GHUURWD GH ORV IUDQFHVHV FRQÀUPDGD FRQ HO DFWR VREUHFRJHGRU GHO VXL - cidio de Ferrand, contribuyó a la construcción de toda una épica de la que se nutrieron los imaginarios nacionales posteriores. 106 En el momento, sin duda alguna, como sugiere García, la victoria de Palo Hincado generó un entusias- mo que permitió «la generalización del movimiento reconquistador en toda la Parte Española, cuyo mando se preparó a asumir el caudillo vencedor». 107 Sánchez Ramírez no dudó en atribuir el éxito de Palo Hincado a la interven- ción divina y su persona como el escogido para llevarla a cabo. 108 E L ESTABLECIMIENTO DEL SITIO DE S ANTO D OMINGO Y LA J UNTA DE B ONDILLO El sitio de Santo Domingo se inició el 15 de noviembre de 1808 y se pro- longó durante ocho meses, hasta el 15 de julio en 1809. Ese período puede dividirse en tres momentos: • Noviembre-diciembre de 1808: Preparación del cerco por los domínico- HVSDxROHV RUJDQL]DFLyQ SDUD UHVLVWLU SRU ORV IUDQFHVHV \ GHÀQLFLyQ GH la autoridad por la Parte Española. • Enero-mayo de 1809: Intento español de forzar la rendición francesa y de los franceses por romper el cerco. • Junio-julio de 1809: Intervención inglesa a favor de los españoles, nego- ciaciones y rendición francesa. Logrado el triunfo contra los franceses en Palo Hincado, según la visión francesa, las tropas españolas se descuidaron, por lo que los escasos sobrevi- vientes pudieron llegar a Santo Domingo e iniciar el atrincheramiento detrás de sus murallas. «El enemigo, muy ocupado, ya en matar, ya en despojar a las víctimas, no envió en nuestra persecución sino unos cuantos jinetes». 109 El
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