Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
60 La Guerra de la Reconquista Ferrand impulsó los cortes de madera y el desarrollo de plantaciones cafetale- ras y azucareras. A propósito del Tratado de Basilea, España y Francia habían establecido acuerdos mediante los cuales los corsarios franceses en el Caribe podían hacer capturas en los predios españoles, así como recalar en sus puertos. (VWRV FRUVDULRV WHQtDQ VX LQWHUpV FHQWUDGR HQ HO WUiÀFR FRPHUFLDO LQJOpV )HUUDQG aprovechó al máximo la profusa actividad corsaria, emitiendo patentes para ÀQDQFLDU VX HMpUFLWR DVt FRPR OD DGPLQLVWUDFLyQ GH OD 3DUWH (VWH /RV FRUVDULRV franceses no solo prestaban atención a los barcos ingleses sino también a los barcos norteamericanos, que a partir de 1804 negociaban con Haití. Los esfuerzos por atraer de vuelta a los colonos que habían salido de la isla producto de la inestabilidad política habían resultado infructuosos. Cambiando de estrategia, por el decreto del 22 de enero de 1804 Ferrand determinó que «todas las propiedades de los habitantes de la Parte antes Española que se han embarcado, o se embarcaren sin pasaporte, bien sea an- tes, o bien sea después del bloqueo de la ciudad, serán secuestrados por el Gobierno y serán parte de los bienes nacionales todo el tiempo que durase el secuestro». 2 Esta medida fue altamente impopular entre las élites emigradas. Según Utrera: «El embargo produjo el desafecto general hacia los franceses, y el desafecto causó, en realidad de verdad, el alzamiento dominicano en 1808, que culminó con la evacuación francesa de Santo Domingo». 3 Ciertamente, el embargo produjo descontento en sectores importantes de Santo Domingo, pero igualmente este solo afectaba a una porción de la población poseedora de bienes embargables y que pudo migrar a otros lados. El descontento con los franceses tuvo otros elementos a tomar en cuenta. Como era natural, el Gobierno francés en Santo Domingo había profun- dizado las tensiones con Haití, prohibiendo el comercio entre ambas partes. El decreto emitido por Ferrand el 6 de enero de 1805 no solo desconocía la existencia del Estado vecino sino que claramente establecía la necesidad de «aniquilar la rebelión de los negros en la colonia de Santo Domingo» a través de la disminución de su población, y particularmente autorizando la captura de menores de 14 años para ser vendidos como esclavos. La presencia france- sa en el lado oriental de la isla representaba una seria amenaza para el Estado haitiano, por lo que este decreto puede considerarse el detonante de la fallida invasión de Jean-Jacques Dessalines del 22 de febrero de ese mismo año. 4 Otra incursión era previsible de no haber sido por la muerte del emperador en octubre de 1806 y la consecuente división de Haití en dos Estados: en el Norte el régimen de Henri Christophe y en el Sur la república encabezada por Alexandre Pétion. Las tensiones entre ambos lados relegaron a un segundo plano el problema de la presencia francesa en la parte occidental de la isla.
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