Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III

Historia general del pueblo dominicano 527 Sin embargo, fueron fundamentalmente medidas como las que obligaban a los campesinos de la parte oriental de la isla a practicar un cultivo intensivo de productos como el cacao, la caña de azúcar y el algodón, y la prohibición de que se dedicaran a las actividades que estos venían practicando desde el siglo XVII , como el corte de caoba y la crianza y montería de ganado, las que más contribuyeron a poner en evidencia la incomprensión por parte de los haitianos de la mentalidad de sus vecinos dominicanos. Esta incomprensión se manifestó igualmente en la arrogancia en el trato que las autoridades hai- tianas reservaban a los dominicanos en general, y de manera particular, en las múltiples vejaciones a las mujeres, a pesar de que la Constitución haitiana les confería a estas derechos civiles que no tuvieron nunca bajo las anteriores constituciones coloniales españolas. No obstante, es muy probable que, sin la participación directa de los miembros del clero en las conspiraciones separatistas, la gesta indepen- dentista hubiera tardado más tiempo en fraguar. Resalta, desde el inicio de esta oposición de la Iglesia, la actitud del arzobispo Valera, quien reaccionó DLUDGDPHQWH DQWH ODV PHGLGDV GH FRQÀVFDFLyQ GH ODV SURSLHGDGHV HFOHVLiVWL - cas tomadas por Boyer en 1823, ante la suspensión del pago de los sueldos que tanto él como los demás miembros del Cabildo Eclesiástico recibían de parte del Estado y ante la orden que, ese mismo año, dictó el presidente haitiano de reclutar a todos los jóvenes de 16 a 25 años para alistarlos en el ejército, lo cual dejó sin trabajo a los miembros del clero que laboraban en OD 8QLYHUVLGDG TXH DO TXHGDUVH VLQ HVWXGLDQWHV FHUUy VXV SXHUWDV GHÀQLWL - vamente ese año. Quedaba así expuesta la raíz económica del sentimiento DQWLKDLWLDQR TXH DOLPHQWy D SDUWLU GH HQWRQFHV OD KLVSDQRÀOLD GH ORV GRV sectores más arriba mencionados. Igualmente destacó, entre muchos otros que participaron tanto en las actividades conspirativas como en la formación de los futuros independentis- tas, el padre Gaspar Hernández Morales. Llegado a Santo Domingo en 1839, proveniente de Puerto Rico, este sacerdote nacido en Lima, Perú, ejerció gran LQÁXHQFLD HQWUH ORV MyYHQHV GRPLQLFDQRV GH OD pSRFD 6H VDEH TXH +HUQiQGH] «[…] abrió una clase diaria de Filosofía […], quizás poco antes del terremoto del 7 de mayo de 1842, a la que asistieron entre otros, los trinitarios Juan Pablo Duarte, Francisco Sánchez, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina». 27 Al principio, aquellas clases se impartían en una casa ubicada detrás de la Iglesia de San Carlos, pero luego se trasladaron a la pieza anexa a la sacristía del templo de Regina Angelorum. Las clases tenían lugar por espacio de cuatro horas cada mañana, aunque, según Rosa Duarte, las mismas parecían más: ©XQD MXQWD UHYROXFLRQDULD TXH FODVH GH HVWXGLRV ÀORVyÀFRVª 28

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