Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 525 empleaba para satirizar a los representantes de los dos bandos contrapuestos: ORV ©DIUDQFHVDGRVª \ ORV VHSDUDWLVWDV (QWUH HVWRV ~OWLPRV ÀJXUy GRxD 0DQXHOD Rodríguez (1790?-1855?), llamada también Manuela Aybar, e incluso «La Deana», debido a que era sobrina del que fue deán de la Catedral y segundo rector de la Universidad, Dr. José Gabriel Aybar. En 1849, La Deana publicó, en la Imprenta Nacional, una autobiografía titulada Historia de una mujer, el cual es probablemente el primer libro publicado por una dominicana. Recordando HQ HVD REUD ORV GtDV GH VX LQIDQFLD DÀUPy TXH HQ HVD pSRFD ©>«@ KDEtD XQD ley que mandaba que a las niñas no se les enseñara a escribir, para que no le escribieran papelitos a los mozos». 25 Fuera esta una «ley» o simplemente una norma impuesta por las costumbres de la época, vale la pena tomar en cuenta esta declaración como un indicador de la actitud social hacia la educación de las mujeres. Sobre ese particular, cabe citar aquí una indicación relativa a la HGXFDFLyQ GH ODV PXMHUHV TXH FRQÀUPD OR TXH H[SUHVDED /D 'HDQD HQ \ que ofrece el poeta José Joaquín Pérez en el prólogo que escribió para el libro de Josefa A. Perdomo (1834-1896) titulado 3RHVtDV (1885). Según Pérez: La dulce compañera del hogar, esclavizada ya por la preocupación en el mundo, debió serlo más entre nosotros por esas condiciones espe- ciales de la localidad. ¡Cuándo iba a enseñársele nada que la hiciera VXSHULRU DO KRPEUH (O FDWHFLVPR GHO SDGUH 5LSDOGD FDQWDGR HQ FRUR \ en presencia de una vieja chocha e ignorante, la mala costura y el dele- treo mecánico: he aquí a cuanto se limitaba la instrucción de las niñas HQ DTXHOORV EHQGLWRV WLHPSRV £(VFULELU £QDGD GH HVR £TXp VDFULOHJLR ¡poner en manos de la paciente y seductora belleza el arma terrible y alevosa —la pluma— para que pudiese cartearse con el doncel que la UHTXLHUH GH DPRUHV >«@ 1XHVWURV VHQFLOORV SDGUHV UD\DEDQ FRQ HVWR en la más deplorable de las exageraciones de la época. 26 Bastante poco había cambiado la situación de las mujeres desde los años de infancia de La Deana hasta la época en que Josefa Perdomo fue ins- truida por su tío, el escritor y jurista Manuel de Jesús Heredia. Publicó sus poemas bajo el pseudónimo de «Laura» en varios periódicos de la época, principalmente en (O 2DVLV órgano de la Sociedad Amantes de las Letras, la cual dirigía desde 1855 Felipe Dávila Fernández de Castro Real (1803- 1879), y que integraban, entre otros, Manuel de Jesús Galván, Manuel de Jesús Heredia, José Gabriel García y Eugenio Perdomo. José Joaquín Pérez la reconoció como «la primera mujer dominicana que arrostró la publicidad», pero este reconocimiento solo es probablemente válido si nos atenemos a la
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