Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
518 Educación y cultura en el siglo XIX (1790-1880) Henríquez y Carvajal decía, a mediados de 1930, que: «La rutina y el empi- rismo diéronle su norma, anómala, en la mísera enseñanza primaria. Hubo al principio del tercer período gubernativo, un ensayo en la secundaria con algo de superior. Fue en el Colegio de San Buenaventura. Su labor fue escasa y por poco tiempo. Algunos autodidactos se aprovecharon de ella. Luego, el vacío». 12 El Colegio San Buenaventura desempeñó durante un breve lapso «la tarea encomendada a la suprimida Universidad». 13 Según Marte, en los colegios se impartía: «una amalgama de metafísica, geografía y cronología en ODV FODVHV GH ÀORVRItD >«@ 8QRV PHVHV GHVSXpV OD &RPLVLyQ GH ,QVWUXFFLyQ Pública aumentó el programa de estudios con otras clases como literatura, latinidad, etc. sin incluir la historia». Pero estos cambios solo fueron aplicados en la capital del país: «la masa rural quedó excluida de cualquier avance que hubiera habido en el campo escolar». 14 El rol que desempeñaron algunas familias e individuos particulares en la instrucción de pequeñas colectividades constituye uno de los aspectos que me- jor ilustran la gran animación que movía a los sectores instruidos de la sociedad dominicana de la época posterior a la Restauración a colaborar en la recons- trucción de un país devastado por las constantes guerras. Su análisis permitiría explicar numerosos casos de autodidactismo entre los principales escritores y poetas de ese período. Anota Pedro Henríquez Ureña que, hacia 1866: 6H GHVDUUROODURQ ODV HVFXHODV SDUWLFXODUHV WLHQHQ VLJQLÀFDFLyQ HVSHFLDO las de Socorro Sánchez y Nicolasa Billini, las primeras donde se trata de elevar la educación de la mujer por encima del nivel elemental. El FDQyQLJR )UDQFLVFR ;DYLHU %LOOLQL DFRPHWH HPSUHVDV DGPL - rables: había fundado ya el Colegio de San Luis Gonzaga (1866), con biblioteca pública y órgano periodístico, (O $PLJR GH ORV 1LxRV . 15 Fue, pues, sin duda, este sistema de escuelas e incluso profesores par- ticulares el que prevaleció durante la primera mitad del siglo XIX y aun más tarde. El poeta e historiador Manuel Rodríguez Objío (1838-1871), sumido en la pobreza extrema luego de la muerte de su padre en sus primeros años de infancia, debió trabajar como dependiente de comercio, lo cual no le impidió aprender el francés de parte de su madre en Azua, y luego cursar breves estudios en el Colegio San Buenaventura de Santo Domingo, donde fue su profesor Félix María del Monte. Un caso parecido fue el del mismo prócer Francisco del Rosario Sánchez, quien recibió de su madre, Olaya del 5RVDULR OD HQVHxDQ]D HOHPHQWDO \ DSUHQGLy GH HOOD HO RÀFLR GH SHLQHWHUR KD - ELHQGR HVWXGLDGR OXHJR ODWtQ \ ÀORVRItD FRQ GRQ 1LFROiV /XJR HVWXGLRV TXH
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