Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 37 que prestasen juramento de vasallaje a Carlos IV. El resto de los refugiados se trasladaría a La Vega, Santiago y Cotuí. Quienes desobedeciesen el bando, serían expulsados sin demora de la colonia. Precisado a reforzar la zona fronteriza, el gobernador español despachó a ella la segunda compañía de Dragones de Santiago, la de Urbanos de San José de las Matas y a todas las tropas de infantería y caballería de guarnición en la raya. Previamente, había solicitado al capitán general de Cuba el segundo batallón del regimiento de infantería de Nueva España, compuesto por 450 hombres a las órdenes del sargento mayor Felipe Ward, y 50 artilleros con dos RÀFLDOHV SDUD GHVWLQDUORV D $]XD 29 Los primeros ataques españoles en la región de la frontera del norte cul- minaron con la conquista de Ouanaminthe, la Marmelade, Dondon y Petit Bois, acciones realizadas por la tropa de Toussaint Louverture. A partir de ese momento esa y las demás tropas de Jean-François, Biassou y otros líderes se conocerán con el nombre de «negros auxiliares». Con objeto de evitar la muerte de soldados españoles, García utilizó a dichos negros en las acciones ofensivas, reservando para los primeros la consolidación y resguardo de las poblaciones francesas ocupadas, pero el ex- cesivo protagonismo de los exesclavos originó frecuentes roces y altercados HQWUH HOORV \ ORV RÀFLDOHV KLVSDQRV EDMR FX\R PDQGDWR SHOHDEDQ DVt FRPR falta de organización, disciplina y grandes dispendios de los jefes auxiliares. Así, Biassou permanecía con su numerosa comitiva, cuando no luchaba, en el pueblo de San Miguel de la Atalaya comiendo y gastando sin freno a pesar de las reiteradas recriminaciones del coronel Joaquín Cabrera, al que le pedía dinero diariamente con el pretexto de su imprescindible presencia en el ejér- cito español. 3RU VL HVR QR EDVWDUD *DUFtD HPSH]y D GHVFRQÀDU GH ORV OtGHUHV QHJURV SRU haberse enterado de que los comisionados franceses trataban insistentemente de que se pasasen a su bando, hecho que lo desvelaba, obligándolo a vigilarlos constantemente debido al carácter voluble que mostraban. Aparentemente, HVRV LQWHQWRV QR ORJUDEDQ PHOODU VX ÀGHOLGDG DXQ FXDQGR HO SDGUH 9i]TXH] estaba alerta de lo que pudiera suceder. No había descubierto nada en los negros, pero sí en algunos mulatos del ejército de Jean-François. Uno de ellos, Hyacinthe, aceptaba dinero de los comisionados y españoles. Invitado a la casa de un republicano, fue arrestado y conducido a Port-au-Prince, donde se le ejecutó. Además de esas sospechas, la convivencia en suelo oriental de france- ses blancos refugiados y negros auxiliares produjo, como era de esperar, serias discordias. Muchos de esos franceses eran propietarios de haciendas
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