Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
26 El tratado de Basilea fue enviado a estudiar a Francia, concretamente a la ciudad de Burdeos, don- GH UHVLGtDQ YDULRV GH VXV SDULHQWHV (Q HVD FLXGDG HMHUFLy HO RÀFLR GH RUIHEUH que en Saint-Domingue estaba reservado a los blancos. Ogé estableció en París una sólida relación con los principales políticos, como el marqués de Lafayette, Robespierre, Condorcet y el Duque de la Rochefoucauld, y conoció a uno de los DIIUDQFKLV mejor instruidos de su tiem- po: Julien Raymond, venido al mundo en 1743 en Cotes-de-Fer. Secundados por varios amigos de las islas Martinica y Guadalupe, los dos hombres crearon un comité encargado de presentar las reclamaciones y quejas de los mulatos. En 1787, Raymond había enviado una memoria en pro de sus hermanos de color al ministro de la Marina, el mariscal Castries, en la que solicitaba el disfrute de los derechos civiles para los mulatos y la abolición de la trata negrera. Contrario a esas dos pretensiones se pronunció Antoine Barnave, miembro destacado del club Massiac. Su tío, Bacon de la Chevalerie, había presidido las primeras sesiones de la Asamblea de Saint-Marc. Se comprende, pues, que Ogé optase por la vía de las armas para reclamar la aplicación del decreto de 28 de marzo sin ninguna enmienda. A tal efecto, viajó clandestinamente a Inglaterra usando el apellido Poisaac para pasar inadvertido. El 21 de octubre desembarcó en Le Cap y se trasladó a Dondon con el propósito de visitar a su madre y alertar a sus amigos. Luego se puso en contacto con Jean-Baptiste Chavannes, un rico cuarterón de la Grand-Rivière. Consciente del poder de los blancos, Chavannes le aconsejó que asociase a los esclavos al movimiento, pero Ogé se negó a hacerlo. Había venido, le dijo, a luchar por la causa de los mulatos, no por la de los esclavos. &RQÀDQGR HQ HO p[LWR GH VXV JHVWLRQHV 2Jp UHPLWLy D OD $VDPEOHD GHO Norte y a la Guardia Nacional una carta en la que reclamó la aplicación ipso IDFWR del mencionado decreto. La misiva era prácticamente un ultimátum, pero fue arrojada al suelo y pisoteada por un irritado colono blanco. Resuelto a enfrentar a sus enemigos, Ogé reunió bajo sus órdenes a 250 mulatos en los alrededores de Le Cap. Acompañado de Chavannes, esperó a SLH ÀUPH OD OOHJDGD GHO FRURQHO 9LQFHQW TXLHQ ORV GHUURWy 2WUR FRURQHO 0 de Cambefort, volvió a atacarlos con numerosos soldados. Ogé y Chavannes pasaron a territorio español. 4 El primero se presentó en la población de San Rafael y solicitó asilo, ade- más de manifestar su deseo de someterse al dominio de España. El comandante de San Rafael, Francisco Núñez, lo despachó a Hincha e instruyó a su autoridad militar, Alejandro Saviñón, que lo detuviese y lo enviase a la ciudad de Santo Domingo. A Ogé se unió más tarde Chavannes, apresado en San Juan de la Maguana y encarcelado en uno de los calabozos del Batallón Fijo de la capital.
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