Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 185 su calidad no era inferior al que se obtenía en la «Provincia de Venezuela o Caracas», donde existía una producción de envergadura. Alegaba que en la Española las condiciones naturales eran más propicias para el cultivo del cacao que en Venezuela ya que en esta «es indispensable traer azequias para formar un Cacagual». Y si bien los huracanes y las tormentas constituían «un azote furioso contra este género de Haciendas», en la Vega Real y en otras zonas del norte de Santo Domingo, «donde no se experimentan los uracanes», existieron «antiguamente crecidísimas plantaciones», razón por la cual se en- contraban todavía en ellas «dilatados bosques» de cacao, «confundidos con la maleza y otros árboles». Desventuras similares padecían cultivos como el algodón y el añil, que crecían silvestres en suelo dominicano. Del primero señala el cronista que se daba hasta «en los terrenos más áridos y pedriscos», naciendo incluso «en las mismas grietas o aberturas de las rocas». Del segundo alega que hubo algunas VLHPEUDV KDFLD ÀQHV GHO VLJOR XVI y que, en ese entonces, se llegó a exportar a España. Sin embargo, su cultivo cayó en decadencia como resultado del colapso general de la economía dominicana. Y aunque en Saint-Domingue se obtenían «muchos tesoros» del añil (o índigo), en la colonia española no se aprovechaba; aquí era incluso «un estorbo por su mucha abundancia y [sus] SURIXQGDV UDtFHVª TXH GLÀFXOWDEDQ OD VLHPEUD GH RWURV FXOWLYRV HQ ORV VXHORV HQ los cuales proliferaba dicha planta. A las plantas anteriores habría que añadir la «bixa» o achiote, que servía para condimentar las comidas y como remedio medicinal «contra golpes» y algunas afecciones «del pecho». De igual manera, sus capacidades tintóreas eran apreciadas por los «fabricantes estrangeros» de textiles, razón por la cual los franceses en Saint-Domingue lamentaban sus pocas cosechas de rocou —que así llamaban a la bija—, mientras que en Santo Domingo «se nos pierde por defecto de comercio». Usos medicinales tenía WDPELpQ HO MHQJLEUH TXH VH KDEtD FXOWLYDGR HQ 6DQWR 'RPLQJR KDFLD ÀQHV GHO siglo XVI e inicios del XVII y del cual se habían llegado a exportar «gruesas cantidades a España». Pero en el momento en que escribía Sánchez Valverde, su producción había desaparecido de la isla, entre otras razones, «porque los Pharmaceutas, que hallan mejor cuenta en componer drogas que en vender simples, le han desacreditado». La excepción en este panorama de dejadez y abandono la constituía el tabaco, el cual nacía «por sí en todas partes y alrededor de las mismas casas». Del tabaco dominicano Sánchez Valverde efectúa un verdadero panegírico, alegando que «su hoja es más frondosa que en ninguna parte de América» y que su calidad era comparable al tabaco cubano, convertido ya entonces en paradigma del buen tabaco. Incluso alega que, para hacer rapé, el tabaco
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