Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
182 /D HFRQRPtD \ OD YLGD FDPSHVLQD ÀQHV GHO VLJOR XVIII -c1870) de «negros libres, mulatos, caribes y por una mezcla de todas estas especies; hay allí muy pocas familias enteramente blancas». Incluso entre las familias de «primer rango» se percibía «muy bien que no han conservado toda la pureza de su sangre». Añade: «Fuera de la capital no hay una sola de estas especies que no esté mezclada». De hecho, Lescallier sugiere que existía una estrecha relación entre la mezcla racial, la ruralización y la pobreza generalizada de la colonia es- pañola. En un pasaje que no tiene desperdicio ya que vincula la cuestión racial con los estilos de vida rurales, el viajero francés apunta: Una choza miserable con una hamaca suspendida en medio, rodea- da de un poco de pasto y de algún cultivo adecuado para llevar una vida perezosa que sirve de dote a una negra o a una caribe, pueden haber hecho [a los españoles] olvidar o dejar atrás todas las conside- raciones humanas. Ya en camino de regreso a Cabo Francés, Lescallier pasó por varios lugares del suroeste y del occidente dominicanos. Desde la perspectiva productivista del francés, en ellos el paisaje resultaba tan desolador como el que había co- nocido hasta entonces en su trayecto. En Haina «no hay nada notable» y solo «se ven algunas pequeñas explotaciones rurales y casas pobres esparcidas a lo largo del camino»; apenas divisó un cacaotal en «una pequeña altura». En las estribaciones de Nigua, en medio de una sabana, había «una pequeña explota- ción rural» y más allá «un hato de bastante consideración». En Sabana de Nigua encontró «tres pequeñas explotaciones rurales con algunas viviendas». Cerca del caserío de Nizao —compuesto de «diez o quince casas» pero sin iglesia— se topó con «una pequeña sabana de forma casi circular que tiene una explotación agrícola». A cerca de una legua de distancia, en la sabana llamada Catalina, KDEtD ©XQD SHTXHxD ÀQFD SHUWHQHFLHQWH D ORV MHVXLWDVª )LQDOPHQWH OOHJy D %DQt poblado de cierta notoriedad en comparación con los villorrios anteriores, aunque estaba constituido por «varias casas dispersas y una iglesia». Por estar habitado «principalmente por canarios», que eran reputados como muy indus- triosos, se podría pensar que Baní contaba con una actividad agrícola de mayor envergadura que la existente en otras partes de la colonia. Sin embargo, [los canarios] no han hecho mucho progreso en la agricultura y parecen preferir, como los criollos españoles, el hato para la cría de ganado, que no da casi ningún trabajo, a otra clase de explotación más lucrativa, pero que exigiría una vida más activa y laboriosa.
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