Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
180 /D HFRQRPtD \ OD YLGD FDPSHVLQD ÀQHV GHO VLJOR XVIII -c1870) despoblado. Alegaba que la colonia estaba «tan desierta y tan pobre» que no se encontraba en ella «el menor alimento que comprar»; se podían «recorrer hasta diez leguas sin encontrar una sola choza». Los caseríos que Lescallier visitó en su trayecto mostraban el proceso de ruralización que había sufrido la colonia española, por lo que los escasos poblados que encontró eran apenas rudimentarios conjuntos de viviendas. Por ejemplo, Boca de Ámina estaba «compuesto aproximadamente de treinta casas hechas de ramas de árboles entrelazadas, techadas de hoja de palmeras (yaguas) y una iglesia de mate- rial semejante. No se observa en todo el camino precedente ninguna señal de cultivo ni de hacienda de crianza de animales». Un caso particularmente revelador de ese proceso de ruralización que afectó al conjunto de la sociedad lo constituye Santiago de los Caballeros, que, como indicó Lescallier, «tiene título de ciudad y está reconocida como la segunda localidad de la colonia española». Pese a tan ostentosas rúbricas, en ella también la mayoría de las vi- viendas eran «cabañas fabricadas de ramas de árboles con techos de hojas de palmeras», mientras que sus calles parecían «un prado» debido a que estaban «enteramente cubiertas de yerbas». El escasísimo comercio que se efectuaba en tan singular ciudad se circunscribía a «un poco de tabaco que se cultiva[ba] en los terrenos situados en los alrededores». Algo similar presenció el viajero francés en La Vega, que describió como «un poblado de poca importancia como pueblo», en el cual no se veía «ningún cultivo»; sus habitantes se dedi- caban principalmente a la crianza de ganado, el que proliferaba gracias a la abundancia de pastos en las sabanas circundantes. De La Vega, dirigiéndose hacia Cotuí, Lescallier pasó por una zona que consideró «la mejor y la más poblada de toda la ruta»; aun así, y a pesar de que en ella vio, «a intervalos», varias «propiedades ganaderas», opinó que estas ofrecían «el espectáculo más sorprendente de la indolencia española»: Una ruín choza situada en un monte espeso, un pequeño redil para el ganado, algunos cocoteros y un pequeño cuadro de terreno sembra- do de caña de azúcar para comer cruda o para endulzar el chocolate que proveen en abundancia las matas de cacao que crecen aquí en los montes sin necesidad de cultivo alguno, he ahí en qué consisten esas haciendas, de las que una sola puede dar una idea de lo que son las demás. Al llegar a Cotuí, el panorama no mejoró en absoluto. El poblado cons- taba de unas pocas casas localizadas en una sabana, «donde no se observa ningún cultivo, excepto algunos bananeros y cocoteros». En camino hacia
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3