Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
162 La dominación haitiana diciéndoles, entre otras muchas cosas, que «somos todos haitianos» y que debían volver a la unidad con Haití que los había liberado de «las cadenas de la esclavitud». Pero Rivière-Hérard utilizó también esa proclama para describir lo que serían los principios políticos de la nueva Constitución que el gobierno pro- visional planeaba redactar a través de una Asamblea Constituyente. Como esos principios estaban muy detallados en esa proclama, su discurso fue in- terpretado por la oposición como un borrador del futuro texto constitucional y los boyeristas acusaron a Rivière-Hérard de querer imponerles autoritaria- mente una Carta Magna hecha unilateralmente sin esperar a que la Asamblea Constituyente estuviese reunida. De manera que, a su regreso a Puerto Príncipe, Rivière-Hérard encontró la capital del país en medio de un intenso revuelo político. El mismo recono- ció, y así se lo confesó al cónsul francés en una ocasión, que su capacidad de maniobra se había estrechado visiblemente, pues hasta sus antiguos partida- rios ahora estaban cambiando de opinión con respecto a él y lo acusaban de ser un dictador que no quería respetar la voluntad popular y que se resistía a aceptar las iniciativas «democráticas» de los llamados comités municipales, particularmente el de Puerto Príncipe. Con todo, Rivière-Hérard logró sobrevivir a la crisis política detonada por la celebración de la Asamblea Constituyente, entre el 15 de septiembre y el 31 de diciembre de 1843, y alcanzó a ser nombrado presidente constitucio- nal. Pero el nuevo año de 1844 lo esperó con varias sorpresas. La primera de ellas fue la declaración de independencia de los dominicanos el 27 de febrero y la constitución de una Junta Gubernativa separatista al día siguiente con la consecuente prisión y deportación de los comandantes y burócratas haitianos de Santo Domingo, así como la cadena de adhesiones a la independencia en el resto del país durante los días siguientes. Al recibirse la noticia en Puerto Príncipe de la secesión de la Parte del Este, el presidente Rivière-Hérard solicitó a la Asamblea Nacional la movili- zación de la Guardia Nacional y pidió autorización para organizar una nueva expedición hacia la parte dominicana para abortar este movimiento. Dice el historiador Thomas Madiou que la juventud de Puerto Príncipe se reunió bajo la bandera de la guardia nacional con verdadero entusiasmo y con «espíritu unánime para combatir una separación que, según ella, debía traer, tarde o temprano, la ruina de la independencia de Haití y la dominación de los blancos; ella [la juventud] se mostraba indignada contra los dominicanos que querían otorgar a los hombres de todas las razas, de todos los colores, el derecho de naturalizarse en la nueva República». 28
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3