Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 161 mientras el mismo Rivière-Hérard, sintiendo que la nueva Carta Magna limi- taba demasiado sus poderes, estimulaba a los generales, negros y mulatos, a protestar contra la nueva ley suprema, llegando a decir públicamente que la Constitución era impracticable. La confusión no podía ser mayor. La organización de los nuevos ayunta- PLHQWRV FRQ UHJLGRUHV HOHJLGRV SRSXODUPHQWH SURGXMR QXPHURVRV FRQÁLFWRV con los jefes militares locales acostumbrados a ejercer el poder político de ma- nera personalista y absoluta. Cuenta Thomas Madiou que el general Thomas Hector informó a sus superiores que la efervescencia popular en el Valle del Artibonito era tan grande que no se podía contener y que había tenido que enviar tropas a Gonaïves para contener la agitación. Allí, uno de los diputados de nombre Bazin, «intentó sublevar a los habi- tantes de la Petite Rivière para imponer las doctrinas constitucionales. Fue al ayuntamiento y apeló a los ciudadanos, pero estos no le respondieron; enton- ces quiso convocar a la guardia nacional, pero la autoridad militar se opuso a sus designios. Insistió y arengó a sus escasos partidarios mientras el coronel Jean Giles Gonave le exhortaba, en vano, a someterse a la autoridad militar». Bazin respondió disparando sobre los soldados, y estos respondieron al fuego matando a Bazin. Junto con Bazin cayeron también un juez y varios de sus parientes o amigos. 25 Sucesos parecidos se repetían en otras partes del país mientras la po- pularidad de Rivière-Hérard se desvanecía. Según Dorsainvil, «un golpe de Estado parecía inminente cuando llegó la muy grave noticia de que la parte del Este se había declarado independiente de Haití» el 27 de febrero de 1844. 26 Rivière-Hérard tenía ahora que enfrentar una nueva crisis mientras la oposición «trabajaba en todas partes para fomentar insurrecciones, tanto en el Sur, como en el Norte y la Parte del Este. La oposición, dice Madiou, no ignoraba el proyecto de los habitantes de la Parte del Este de separarse de la República; sin embargo, no hizo nada por contrariarla porque lo único que tenía en mente era el derrocamiento de Rivière-Hérard». 27 Los enemigos de Rivière-Hérard lo acusaban públicamente de incapaz, vanidoso e ignorante. Sus discursos grandilocuentes, escritos por su colabo- rador David Saint-Preux, no le favorecían mucho, pues él no los leía bien y lo hacían lucir vano y ridículo tanto ante la oposición como ante su propia clase, los mulatos del Sur. Rivière-Hérard mismo contribuyó a reforzar la oposición a su régimen durante su estadía en la parte dominicana, pues estando en Santo Domingo, el 27 de julio, lanzó una larga proclama dirigida a los «ciudadanos, herma- nos y amigos» de la Parte del Este en la cual los llamó a la unidad con Haití
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