Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
160 La dominación haitiana intrigas, pues después de tantos años de regímenes militares el Estado haitia- no no podía prescindir de la actuación política de los hombres de armas. Los militares haitianos habían sido los administradores del Estado haitia- no en sus versiones republicana y monárquica, y la élite gobernante haitiana HVWDED IXHUWHPHQWH LQÁXLGD SRU HO HOHPHQWR PLOLWDU \ OD PHQWDOLGDG FDVWUHQVH Debe recordarse que Haití mantuvo un gran ejército en pie de guerra por lo menos hasta 1825, esperando una invasión francesa que nunca llegó. No debe sorprender entonces que tan pronto fue promulgada la Constitución, el general Rivière-Hérard, hasta entonces «Jefe de Ejecución de las Voluntades del Pueblo Soberano» se hiciera elegir presidente de la República. Durante ese período, los líderes civiles del movimiento antiboyerista se hicieron «otorgar grados en el ejército: Hérard Dumesle tenía rango de gene- ral. David Saint-Preux, coronel. El contagio fue tal que en Puerto Príncipe solo se oyó de pronto «la sinfonía de los sables y de las espuelas martilleando al unísono las calles de la ciudad. Aquellos portadores de charreteras brillantes, aquellos intrusos, fueron muy mal vistos por el verdadero ejército: sus jefes, casi todos veteranos de 1804, ya mayores, analfabetos, desgraciadamente, no querían a ningún precio encontrarse bajo las órdenes de administradores civiles, o jóvenes sin experiencia». 23 Había más todavía: los liberales proponían elecciones populares para ele- gir representantes al Congreso y a los ayuntamientos, así como a los puestos de la judicatura. Dice Dorsainvil que «muchos burgueses no concebían que un pueblo que no sabía leer ni escribir fuese llamado a escoger por sí mismo a sus alcaldes, diputados, senadores, jueces, hasta el Jefe del Estado». 24 Sobre este punto había un extendido consenso en la élite mulata, tanto entre boyeristas como antiboyeristas. Ese exclusivimo político, que descansa- ba sobre consideraciones raciales, irritaba mucho a los jefes militares negros que desde los lejanos días de la Revolución Haitiana estuvieron en constante pugna con sus contrapartes mulatos, como se hizo evidente durante la guerra civil encabezada por Toussaint Louverture y André Rigaud entre 1798 y 1800. La Asamblea Constituyente sirvió de ocasión para la reconstitución del partido boyerista bajo la dirección de los hermanos Celigny y Beaubrun Ardouin. Este último había sido senador bajo Boyer y un ferviente partidario GH HVWH JREHUQDQWH FRPR WDPELpQ VX KHUPDQR TXLHQ HPHUJLy FRPR XQ LQÁX - yente actor en los sucesos que siguieron al derrocamiento de Boyer. Celigny había adquirido importantes propiedades en la Parte del Este y fue uno de los más activos opositores a la separación dominicana de Haití. Los boyeristas contaban con una extendida red de generales que se nega- ron a aceptar la nueva Constitución desde los primeros días de enero de 1844,
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