Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 137 Ese suceso produjo en Haití, añadió Boyer, una crisis política de trascen- dental importancia que requería una solución rápida y enérgica. La República no podía tolerar un Estado separado de ella en el Este regido por principios constitutivos distintos de los de ella, puesto que las costas de la isla, accesibles a navíos extranjeros hostiles, demandaban que toda la población fuese «una e indivisible bajo una misma dirección» para brindarle las garantías indispen- sables al mantenimiento de su independencia. 18 A los llamamientos de Monte Cristi, Dajabón y Santiago les sucedieron en las semanas siguientes los de Puerto Plata, La Vega, San Juan, Neiba, Azua y Samaná. El 11 de enero de 1822, Boyer avisó a Núñez de Cáceres que se proponía visitar «toda la parte del este con fuerzas imponentes, no como conquistador (no quiera Dios que ese título se acerque jamás a mi pensamien- WR VLQR FRPR SDFLÀFDGRU \ FRQFLOLDGRU GH WRGRV ORV LQWHUHVHV HQ DUPRQtD con las leyes del Estado». Si no lo había hecho antes fue porque hubiera sido inhumano exponer a los vecinos orientales a los horrores de la guerra civil TXH KDEtD VRVWHQLGR FRQWUD ORV LQVXUUHFWRV GHO QRUWH SHUR XQD YH] ÀQDOL]DGD recibió a varios emisarios de Santiago, San Juan y Santo Domingo, quienes le aseguraron que deseaban gozar de las instituciones haitianas. La existencia de dos Estados en la isla era imposible. Aun cuando la Constitución de su país no contuviese el principio de la indivisibilidad la «razón y la conservación de todos los habitantes la hubiesen exigido imperiosamente». Cuando Núñez de Cáceres supo lo decidido por Boyer, pidió a los domi- QLFDQRV TXH OR HVSHUDVHQ VXPLVD \ SDFtÀFDPHQWH SRU YHQLU FRPR SDGUH DPL - go y hermano a abrazarlos «bajo la égida tutelar de una sola Constitución», pues se aproximaba una nueva época de paz y prosperidad, de la que todos disfrutarían abundantemente. El día 19, contestó al presidente haitiano di- ciéndole que, reunidos los jefes militares y la municipalidad, convinieron unánimemente en ampararse en las leyes de la República de Haití. 19 El día 28, Boyer dividió su ejército en dos columnas. Una la puso al man- do del general Guy Joseph Bonnet, ordenándole que se dirigiera con ella por el norte, y la otra la comandó él mismo, encaminándose hacia el sur. Ambos se reunirían en San Carlos, un poblado cercano a la capital. En la mañana del 9 de febrero el Cabildo de Santo Domingo acompañó al presidente haitiano desde la Puerta del Conde hasta la sala capitular, donde Núñez de Cáceres le entregó las llaves de la ciudad, tras lo cual todos los asistentes a ese acto pasaron a la Catedral para participar en la celebración de un solemne tedeum. Las capas sociales más humildes del pueblo acogieron a Boyer con vivas demostraciones de alegría y agradecimiento. En la «Manifestación de los pue- blos de la parte del este de la isla antes Española o de Santo Domingo sobre las
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