Historia General del Pueblo Dominicano Tomo III
Historia general del pueblo dominicano 109 L A I GLESIA EN LA E SPAÑA B OBA Por Real Decreto del 29 de abril de 1810, el Consejo de Regencia resta- bleció la sede metropolitana de Santo Domingo, con todos sus privilegios, prerrogativas y preeminencias, como Primada de las Indias, al igual que su Cabildo Catedralicio, y el 30 de abril designó como arzobispo a Pedro Valera Jiménez, sacerdote criollo que se encontraba en La Habana. 35 En este período se reorganizaron el clero y el seminario, se restableció el derecho de asilo concentrándolo en la Catedral, se restituyeron los conventos de Santa Clara y Regina con varias de las monjas que habían emigrado y el FOHUR MXUy ÀGHOLGDG D OD &RQVWLWXFLyQ GH (VWD KDEtD DEROLGR OD ,QTXLVLFLyQ en todos los territorios españoles, entre otros cambios que afectaban el poder de la Iglesia. L A VIDA COTIDIANA EN LA E SPAÑA B OBA Según el historiador José Gabriel García, la languidez de la vida económi- ca de Santo Domingo se expresaba también en la cotidianidad de la vida rural y urbana. Con una población escasa y «tan pobres las necesidad exigidas por la vida social a causa de la miseria reinante, que no había pobres propiamen- te dichos, teniendo todas las clases relativamente las mismas necesidades». Dice García que en esas condiciones podía vivirse con holgura y descanso en cualesquiera de «las ciudades y pueblos de la colonia», que solo producía en abundancia frutos menores, que se vendían tan baratos que por eso llegó a tomar la época a que aludimos el nombre vulgar de «España Boba». 36 Desde luego, las diferencias sociales eran remarcadas por otros signos que delimita- ban la calidad de las personas. La vida cotidiana en la Parte Española no cambió durante estas primeras décadas del siglo diecinueve, pero en las ciudades la vida tomó un nuevo cariz con la actividad política, la aparición de periódicos y hojas sueltas, la P~VLFD HQ VHUHQDWDV \ ÀHVWDV DVt FRPR ODV DUWHV DPDWRULDV HO SODFHU GH ODV conversaciones, las tertulias, los carnavales, los juegos como los del día de San Andrés. Los criollos mantuvieron su vida sencilla y tranquila, «entregados a sus placeres favoritos: la mesa, el juego de gallos, los bailes nacionales, las corridas de toros, y las festividades religiosas». 37
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